¿Qué es la epitrocleítis o codo de golfista?
La epitrocleítis, comúnmente conocida como «codo de golfista», es una tendinopatía que afecta a la inserción del grupo muscular flexor-pronador del antebrazo. Dichos tendones se unen en un origen común en la epitróclea, una prominencia ósea situada en la cara interna del codo.
La patología se produce por la sobrecarga o microtraumatismos repetitivos en esta zona, lo que genera un proceso de degradación del tejido tendinoso, dolor e impotencia funcional.
Aunque su nombre popular se asocia a la práctica del golf, esta condición es prevalente en una amplia variedad de perfiles. Afecta a deportistas de lanzamiento o raqueta, pero también es muy frecuente en el ámbito laboral debido a tareas que implican movimientos repetitivos de agarre, flexión de muñeca o giros del antebrazo.
Síntomas y causas comunes de la epitrocleitis
El cuadro clínico de la epitrocleitis presenta una sintomatología característica:
- Dolor localizado en la cara interna del codo, que puede irradiarse hacia el antebrazo.
- Sensibilidad elevada a la palpación directa sobre la epitróclea.
- Dolor que se agudiza con actividades de agarre (apretar el puño), al levantar peso con la palma de la mano hacia arriba o al realizar una flexión de muñeca contra resistencia.
- En algunos casos, puede aparecer rigidez en el codo, especialmente por la mañana, pudiendo incluso generar una sensación de hormigueo o adormecimiento en los dedos meñique y anular (por su relación con el nervio cubital).
- Sensación de pérdida de fuerza en la prensión al hacer gestos de agarre.
Las causas fundamentales suelen estar relacionadas con la sobrecarga mecánica:
- Sobrecarga aguda: Un esfuerzo intenso y no habitual.
- Sobrecarga crónica: Gestos repetitivos mantenidos en el tiempo sin el descanso adecuado.
- Técnica deficiente: En la práctica deportiva o en la ejecución de tareas laborales.
- Desequilibrios musculares: Debilidad en la musculatura estabilizadora del hombro o la muñeca que provoca una sobrecarga compensatoria en el codo.
- Traumatismo directo sobre la zona.
Valoración y diagnóstico en fisioterapia del codo de golfista
Un diagnóstico preciso es esencial para establecer un plan de tratamiento efectivo:
- Anamnesis: Una entrevista clínica detallada para conocer el historial del paciente, los gestos que reproducen el dolor, las actividades que lo agravan y los antecedentes de lesiones previas. Además, factores como la edad, sexo o estado físico condicionarán el tratamiento.
- Exploración física:
- Inspección: Búsqueda de inflamación visible o cambios en la coloración de la piel.
- Palpación: Identificación del punto exacto de máximo dolor en la epitróclea.
- Balance articular y muscular: Evaluación de la movilidad del codo, muñeca y hombro, así como la fuerza de la musculatura implicada.
- Pruebas ortopédicas específicas: Se realizan tests de provocación, como la flexión de muñeca y la pronación del antebrazo contra resistencia, para reproducir los síntomas y confirmar la afectación tendinosa.
- Diagnóstico por imagen: Si bien el diagnóstico es principalmente clínico, la ecografía musculoesquelética es una herramienta de gran valor. Permite visualizar el estado del tendón, valorar el grado de degeneración, la presencia de engrosamientos o calcificaciones y realizar un diagnóstico diferencial con otras patologías.
Importancia de la fisioterapia en el tratamiento de la epitrocleitis
La importancia de la fisioterapia radica en que no se limita a aliviar los síntomas, sino que se enfoca en tratar la causa subyacente de la lesión. Un tratamiento bien estructurado permite:
- Modular el dolor y la respuesta inflamatoria en las fases iniciales.
- Estimular la regeneración del tejido tendinoso mediante la aplicación de cargas óptimas.
- Corregir los desequilibrios musculares y los patrones de movimiento alterados.
- Atacar la causa real del problema, no solo sus síntomas.
- Prevenir la cronicidad de la lesión y la aparición de futuras recaídas.
Fases del tratamiento de fisioterapia para el codo de golfista
El tratamiento se estructura de forma progresiva, adaptándose a la fase evolutiva de la lesión y la respuesta del paciente. Es importante destacar que estas pautas son generalistas y no deben considerarse válidas para todo el mundo. Recordamos la importancia de ponerse siempre en manos de profesionales sanitarios especializados para que valoren y evalúen todos los factores y particularidades que intervienen en la lesión.
Fase 1: Inflamación y alivio del dolor
El objetivo principal en esta fase aguda es reducir el dolor y proteger el tejido dañado para facilitar un entorno de reparación adecuado. Las intervenciones se centran en:
- Control y gestión de la carga: En la medida de lo posible, modificación o cese temporal de las actividades que provocan el dolor.
- Terapia manual: Técnicas suaves en la musculatura del antebrazo y movilizaciones articulares para aliviar la tensión.
- Diatermia (Indiba o similares): Para acelerar los mecanismos naturales de reparación del tejido, reducir el dolor y la inflamación, así como mejorar el metabolismo celular en la zona afectada desde las primeras sesiones.
- Crioterapia: Aplicación de frío para la modulación del dolor.
- Ejercicios isométricos: Contracciones musculares sin movimiento que ayudan a reducir el dolor.
Fase 2: Rehabilitación funcional
Una vez que el dolor agudo ha disminuido, el enfoque se dirige a mejorar la capacidad funcional del tendón y la musculatura. Esta fase es clave para la recuperación y se basa en:
- Ejercicio terapéutico y carga progresiva: Se inician ejercicios de fortalecimiento, con especial énfasis en el trabajo excéntrico (muy eficaz en la regeneración del tejido tendinoso).
- Estiramientos controlados: Para recuperar la flexibilidad de la musculatura flexora-pronadora.
- Control motor: Reeducación del movimiento para asegurar una correcta activación muscular, corrigiendo compensaciones y asegurando un patrón de movimiento seguro.
Fase 3: Prevención y mantenimiento
Cuando la fuerza y la función se han restablecido, el objetivo es preparar al paciente para la vuelta completa a sus actividades y minimizar el riesgo de recaídas.
- Fortalecimiento avanzado: Se progresa hacia ejercicios funcionales y de mayor demanda, para garantizar una vuelta segura a las actividades de la vida diaria, laborales o deportivas.
- Análisis y corrección técnica: Si la causa es un gesto deportivo o laboral, se trabaja en optimizar la técnica para reducir la carga sobre el codo.
- Pauta de ejercicios domiciliarios: Se proporciona un programa de mantenimiento para consolidar los resultados a largo plazo.
Técnicas de fisioterapia más utilizadas
- Terapia manual: Es el pilar del tratamiento. Incluye terapia de descarga, tratamiento de puntos gatillo miofasciales, movilización articular de codo y muñeca y técnicas para mejorar la movilidad y reducir adherencias.
- Ejercicios terapéuticos: No hay recuperación sin movimiento. La prescripción precisa e individualizada de ejercicios isométricos, excéntricos y funcionales es clave.
- Radiofrecuencia: Se utilizan como complemento según el caso, pudiendo acelerar los procesos de reparación y aliviar el dolor al mejorar el metabolismo celular.
Ejercicios recomendados en cada fase del tratamiento
Nota: Estos ejercicios deben realizarse sin provocar dolor agudo. Es fundamental la supervisión de un fisioterapeuta para su correcta ejecución y progresión.
Ejercicios de estiramiento
1. Estiramiento de extensión de muñeca
- Extiende el brazo y dobla la muñeca hacia atrás, como si estuvieras haciendo una señal de «stop».
- Usa la mano opuesta para aplicar una suave presión sobre la palma y tira de ella hacia ti hasta que sientas un estiramiento en la parte interna del antebrazo.
- Mantén el estiramiento durante 15 segundos.
- Repite 5 veces y luego realiza el estiramiento en el otro brazo.

2. Estiramiento de flexión de muñeca
- Extiende el brazo con la palma hacia abajo y dobla la muñeca de manera que los dedos apunten hacia abajo.
- Tira suavemente de la mano hacia tu cuerpo hasta que sientas un estiramiento en la parte exterior del antebrazo.
- Mantén el estiramiento durante 15 segundos.
- Repite 5 veces y luego realiza el estiramiento en el otro brazo.

Ejercicios de fortalecimiento
1. Extensión de muñeca
- Comienza sin peso. Con la palma hacia abajo, dobla la muñeca hacia arriba todo lo que puedas.
- Mantén la posición durante 1 segundo y luego baja lentamente en 3 segundos.
- Cuando puedas realizar 30 repeticiones durante 2 días consecutivos sin dolor, comienza a usar una mancuerna ligera (0,5 a 1 kg) y aumenta el peso progresivamente.

2. Flexión de muñeca
- Comienza sin peso. Con la palma hacia arriba, dobla la muñeca hacia arriba todo lo que puedas.
- Mantén la posición durante 1 segundo y luego baja lentamente en 3 segundos.
- Progresa con el peso igual que el ejercicio anterior.

3. Supinación y pronación del antebrazo
- Comienza con la palma de la mano de lado. Gira lentamente la palma hacia arriba.
- Vuelve lentamente a la posición inicial y luego gira lentamente la palma hacia abajo.
- Vuelve a la posición inicial para completar una repetición.
- Progresa con el peso igual que el ejercicio anterior.

Errores comunes y consejos para evitar recaídas
- Ignorar el dolor inicial: Debemos ser conscientes que, continuar con la actividad que causa dolor siempre agrava la patología. Debemos detenernos y buscar ayuda de un profesional sanitario.
- Regreso prematuro a la actividad: Volver a la carga máxima sin haber completado las fases de fortalecimiento es la principal causa de recaída.
- Tratamiento basado únicamente en técnicas pasivas: El reposo y la electroterapia por sí solos no solucionan el problema. La combinación de terapia manual, ejercicio terapéutico y radiofrecuencia es la mejor opción.
- No corregir la causa: Si no se modifica la técnica deportiva o la ergonomía laboral que originó la lesión, es probable que vuelva a aparecer. Es fundamental seguir las instrucciones de nuestro fisioterapeuta para adaptar la postura y movimientos.
Conclusión
La epitrocleitis o codo de golfista es una tendinopatía cuya recuperación depende directamente de un diagnóstico preciso y un tratamiento bien estructurado. La fisioterapia, a través de un enfoque que combina terapia manual y un programa de ejercicio terapéutico progresivo, se posiciona como la herramienta más eficaz para resolver no solo los síntomas, sino también la causa funcional de la lesión.
Un abordaje profesional e individualizado es fundamental para garantizar una recuperación completa y minimizar el riesgo de futuras recaídas.